El poder de decir NO (aunque incomode)

En el área de reclutamiento de MARAN, algo se repite cada semana: algunas personas que confirman una entrevista… no llegan. Y lo peor no es que no asistan. Es que ni siquiera avisan.

Antes me frustraba. Lo tomaba personal. Pensaba: “¿Por qué dicen que sí si no piensan venir?”

Hasta que entendí algo más profundo: la gente no sabe decir que no.

Y no hablo solo de entrevistas. Pasa en relaciones, trabajos, compromisos, favores, planes, todo. Decimos “sí” porque no queremos decepcionar, porque nos da miedo, porque no sabemos cómo decir otra cosa sin parecer groseros, fríos o egoístas.

Pero ¿sabes qué es más egoísta? Decir que sí cuando en el fondo querías decir no.

Eso no es empatía, es autoabandono.

Henry Cloud, en su libro “Límites”, explica que poner límites no es una barrera contra los demás, sino un acto de amor propio. Es reconocer que tu tiempo, energía, emociones y sueños valen. Y si no los proteges tú, nadie más lo hará.

¿Por qué cuesta tanto decir NO?

• Porque queremos caer bien.

• Porque tenemos miedo de “perder” al otro.

• Porque crecimos creyendo que complacer es sinónimo de ser buenos.

• Porque no confiamos en que tenemos derecho a elegirnos.

Pero la verdad es que cada sí falso es un no a ti mismo. Y no viniste a este mundo a traicionarte para encajar.

El “NO” también es amor

No todo lo que llega a tu vida merece un sí.

No todos los proyectos, personas o planes te suman.

Y no pasa nada si alguien se molesta porque fuiste honesto.

Pasa más cuando no lo eres.

Así que la próxima vez que tu alma te pida un no, hazle caso.

Tu paz no es negociable.